El actor y productor se encontraba recluido en una prisión de Philadelphia desde hace dos años.

Cosby, de 83 años, se encontraba pagando una condena de 10 años de prisión luego de que un jurado lo declarara culpable de tres cargos de agresión sexual con agravantes y el tribunal afirmara que se trataba de un depredador sexualmente violento, además de que era un “riesgo inminente para la salud de las mujeres”, según relató el portal de noticias Fox43.

La defensa de Cosby había apelado la decisión en diciembre de 2020 cuando sus abogados aseguraron que su vida había sido sometida a juicio y al escarnio público, lo que le ocasionó una daño psicológico irremediable.

Tras la apelación, la Corte Suprema acordó revisar dos argumentos entregados por los abogados del excomediante: la decisión del juez de permitir que los fiscales llamaran a otros cinco acusadores contra Cosby sobre casos que ocurrieron en los años ochenta y un acuerdo previo de él y sus abogados con el exfiscal de que nunca sería acusado.

Tomando en cuenta estos dos argumentos, la Corte afirmó que los testimonios corrompieron el juicio, a pesar de que se hubiese considerado importante darlos para establecer un patrón de comportamiento.

La liberación de Cosby despierta el debate sobre la tendencia del poder judicial de permitir que los testimonios que se entregan sean o no realmente relevantes para el juicio. Vale la pena recordar que el juez que presidió el juicio contra el magnate del cine Harvey Weinstein admitió que otros cuatro acusadores testificaran, dándole una condena de 23 años de prisión, pero en el caso de Cosby se desestimaron los testimonios.

En su momento de cúspide, Cosby fue uno de los comediantes más queridos por los estadounidenses; de hecho, lo llamaban ‘el papá de los Estados Unidos’. Sin embargo, las acusaciones en su contra llegaron en el marco de la llamada era #MeToo y fue la primera celebridad condenada por conducta sexual inapropiada y por drogar y abusar de una mujer en 2004.