Al grito de Estados Unidos de América y con cantos en contra del alcalde de Nueva York, cientos de antivacunas marcharon en la capital en contra de la obligación impuesta por Bill de Blasio para que los empleados municipales se pongan al menos la primera dosis antes del 1 de noviembre. Si no lo hacen serán suspendidos de empleo y sueldo. Algunos aún creen que su eficacia no está demostrada.

"Lo que estoy peleando hoy aquí es que no me claven una aguja cuyo éxito no ha sido demostrado", señala uno de los manifestantes. Otros reclaman que se les deje elegir o que no se les suspenda por esta razón.

"En esta época, de ''mi cuerpo, mi elección'', deberías poder elegir qué quieres- sobre todo, con esta vacuna que tiene tantos comentarios negativos", apunta otro de las asistentes.

"Hicimos nuestro trabajo. Estábamos allí para los estudiantes y la comunidad. Los equipos de respuesta inmediata trabajaron día y noche, en turnos extra. Hicieron lo que tenían que hacer para proteger la ciudad. Y ahora son prescindibles", señala otra trabajadora afectada por la medida.

Los empleados públicos antivacunas ocuparon el famoso puente de Brooklyn en una marcha que los llevó hasta la Alcaldía para expresar su rechazo a la orden. Se estima que unos 50.000 empleados municipales aún no se han vacunado en la capital.