El carguero Felicity Ace, que se incendió el pasado 16 de febrero mientras navegaba cerca de las Azores cargado con unos cuatro mil coches a bordo -muchos de lujo, pertenecientes a marcas del grupo Volkswagen como Porsche, Audi, Bugatti o Lamboghini-, no ha logrado llegar a buen puerto. Finamente se ha hundido, a unos 46 kilómetros fuera del límite de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Portugal, cuando estaba siendo remolcado.
Así lo ha anunciado la Marina portuguesa. Según sus informaciones, el suceso dejó en la zona restos flotantes y una "pequeña mancha de residuos oleosos", que fueron dispersados con chorros de agua lanzados por los propios remolcadores. El Departamento de Contaminación de la Autoridad Marítima Nacional lusa, a través del Instituto Hidrográfico, y la Agencia Europea de Seguridad Marítima están monitorizando la mancha. Por otro lado, uno de los remolcadores ha ido a Ponta Delgada (Azores) para embarcar "material de refuerzo para combatir la contaminación" del agua.
El mercante, de bandera panameña y fletado por Mitsui OSK Lines Lts, que estaba en mal estado debido al aparatoso incendio, se hundió tras perder estabilidad. En ese punto, la profundidad del agua alcanza los tres mil metros, por lo que podemos afirmar que ahora mismo todos los coches se encuentran en el fondo del océano Atlántico y ninguno de ellos podrá llegar a manos de sus propietarios.
El fuego pudo originarse en la batería de un coche eléctrico
El Felicity Ace sufrió un incendio por causas que aún se desconocen, aunque se especula que el fuego pudo iniciarse en la batería de iones de litio de alguno de los vehículos eléctricos que transportaba. De hecho, este componente automovilístico, dificultó las tareas para extinguir las llamas, que se prolongaron durante varios días sofocar el fuego.
Tal como señala la compañía aseguradora Mapfre en su blog, apagar el fuego de un coche eléctrico es más complejo que hacerlo de uno de gasolina o diésel. “Esto se debe a que la estructura de la batería se puede dañar y producirse lo que se conoce como escape térmico que provoca un sobrecalentamiento y comienzan a arder todos los elementos que se encuentran alrededor, incluidas las celdas de iones que se pueden contar por miles”.
El mercante hundido partió del puerto alemán de Emden, donde Volkswagen tiene una fábrica, y se dirigía a Davisville, al sur de Boston (Estados Unidos), donde tenía previsto atracar el pasado 23 de febrero. Posteriormente, debía ir a Houston, en Texas.
El fabricante de automóviles alemán temía que un gran número de los vehículos que transportaba el barco no pudieran ser recuperados, por lo que las marcas y los concesionarios notificaron a los propietarios de esas unidades que probablemente no se los podrían entregar -como finalmente ha sido-. Volkswagen ha informado que los daños de los automóviles están cubiertos por el seguro.