El mundo se enfrenta a una posible quiebra alimentaria, con precios al alza y millones de personas en peligro de padecer hambre severa.
La invasión rusa de Ucrania amenaza el suministro de los principales cultivos básicos.
La perspectiva de que el comercio de cereales del Mar Negro se vea permanentemente afectado, o que regiones enteras no puedan cultivarse, supone un riesgo alto.
Las llanuras rusas y ucranianas representan el 7% de la producción mundial, son el 24% de las exportaciones de cereales.
Por un lado Ucrania no podrá recoger la cosecha y Rusia está sometida a sanciones.
Algo que afectará a los más desfavorecidos como explica el secretario general de la ONU António Guterres: "Los precios de los alimentos, el combustible y los fertilizantes se están disparando. Las cadenas de suministro se están interrumpiendo. Y los costes y retrasos en el transporte de los productos importados, cuando están disponibles, alcanzan niveles récord. Y todo esto está afectando más a los más pobres y sembrando las semillas de la inestabilidad política y el malestar en todo el mundo."
Y ese malestar ya se está produciendo. En Sudán, miles de personas protestaron en la capital y en otras ciudades contra el rápido deterioro de las condiciones de vida, incluida una fuerte subida del precio del pan.
El domingo, el principal alimento de la mayoría de los sudaneses, subió más de un 40%.