Las calles de Río de Janeiro se han vuelto a llenar de tambores, disfraces y color en una nueva edición de su carnaval, pospuesta en febrero por el alarmante aumento de contagios de
En esta ocasión se esperan menos participantes que en su última celebración en 2020, antes de que la pandemia llegara a Brasil, cuando unos siete millones de personas participaron en estos icónicos festejos, "el mayor espectáculo del mundo", según su alcalde Eduardo Paes.
Solo se han autorizado los desfiles en el sambódromo, en donde se puede limitar el acceso a los vacunados de COVID.
Tampoco están permitidas las fiestas particulares, pero Paes ya ha anticipado que no desplegará a la Guardia Nacional para desmantelarlas.