La nueva crisis migratoria acorrala a México. La ola de personas que llega al país en busca de una puerta de entrada a Estados Unidos ha rebasado las cifras conocidas hasta la fecha. El Gobierno mexicano ha reportado el mayor número de solicitudes de asilo desde que tiene registro. Unas 9.076 personas solicitaron el estatus de refugiado solo en marzo, lo que aumenta el total de este año a 22.606, más de la mitad de lo que se registró en todo 2020. El titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), Andrés Ramírez, califica la situación como una “explosión de personas” y señala que los migrantes están llegando “en números mucho más grandes” de lo que se había visto en los últimos años. Según su estimación, la cifra de peticiones de refugio alcanzará las 80.000 este año, el mayor número en la historia del país.
“Se generó mucha expectativa con Biden por las declaraciones que hizo sobre tener una política migratoria más benévola en relación con Donald Trump. La gente piensa que van a haber muchas más posibilidades de entrar, pero en la práctica no es tan fácil”, alerta el titular del organismo a este periódico. La impermeabilidad de la frontera entre Estados Unidos y México permanece casi intacta. Mientras que solo unos pocos han sido recibidos, las autoridades estadounidenses detuvieron en marzo a unas 171.000 personas que intentaban cruzar, la cifra mensual más alta de los últimos 15 años.
El titular de la Comar teme que las solicitudes de refugio sigan al alza los próximos meses. “Lo que va a ocurrir es que a esta gente no la van a dejar pasar, va a quedarse en México y van a solicitar la condición de refugiado”, advierte. La mayoría de las peticiones se realizaron en la frontera sur, principalmente en las ciudades de Tapachula, Palenque y Tenosique. La gran preocupación de las autoridades mexicanas es que las personas que esperan la resolución el trámite de asilo se concentre en los Estados más pobres del país, que ya acumulan deficiencias ante crisis migratorias pasadas. “Chiapas está en condiciones de debilidad. El 71% de la gente que llega solicita ahí y ahí se tiene que quedar”, dice Ramírez.
La infraestructura nacional para recibir a miles de migrantes fue duramente castigada este sexenio, primero por la austeridad del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y luego por la situación económica derivada del parón por la pandemia de la covid-19. Con albergues rebasados, centros migratorios al borde del colapso y poco presupuesto, México deberá ahora resistir a la nueva ola migratoria. “Para hacer frente requerimos de más apoyo. El país acaba de sufrir una crisis económica profunda, se empieza a recuperar, pero seguimos en pandemia y hay una política de austeridad. Se tiene que incrementar la capacidad de la Comar”, insiste el titular del organismo federal.
Karen Martínez, coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados en Tapachula (Chiapas), asegura que “la situación ha empeorado mucho” en la frontera sur durante los últimos meses. “Hemos notado un flujo bastante grande de migrantes que llega con la intención de solicitar el asilo. Muchos lo tramitan porque ya cruzaron una vez y fueron deportados y otros conocen a alguien que les ha recomendado solicitarlo”, cuenta. Alrededor del 60% de personas que llega, calcula Martínez, hace el trámite para asegurarse una instancia legal en México mientras espera una oportunidad para cruzar a Estados Unidos. Mientras que el otro 40% planea conseguir un trabajo y quedarse en el país.
Las condiciones que rodean a esos grupos son muy precarias, cuenta Martínez, algunos incluso viven por meses en la calle mientras esperan una respuesta del Gobierno. Pese a que el Instituto Nacional de Migración se ha empeñado en desalentar las caravanas, no ha logrado detener ni reducir el flujo migratorio que llega cada mes a la frontera sur. En las últimas semanas gran parte de los organismos que atienden a los migrantes reportó un importante aumento. La respuesta que ha tenido el Ejecutivo mexicano, reprocha Martínez, ha sido la de intensificar los controles y dificultar los trámites. “Muchas personas son detenidas incluso cuando están en la fila de la Comar para solicitar el asilo”.
A las dificultades propias del sistema migratorio se le suma las de la pandemia. “Entre las medidas para evitar los contagios de coronavirus y el aumento de personas, todos los albergues están repletos ya”, asegura el activista Conrado Zepeda. Para muchos centroamericanos, explica, quedarse en México es solo un plan b. De momento, solo un 80% de los que hayan solicitado el asilo obtendrá el permiso para quedarse, según los datos de la Comar. El otro 20% deberá retornar o asumir una situación irregular.