Cómo cada dos de noviembre los salvadoreños se volcaron a los cementerios para recordar a todos los seres amados que ya no están en este mundo.
En los cementerios municipales de San Salvador era notable la reducción del número de personas, pero a pesar de eso las medidas de prevención del COVID-19 fueron muy estrictas.
Todas las personas debían presentar su cartilla de vacunación y nadie mayor de 60 años podía ingresar.
Pero la restricción que causó algo de sorpresa fue que se acordonó la zona donde están enterradas las víctimas del COVID-19, los familiares no podía acercarse a las tumbas de los fallecidos y había persona de la alcaldía, con trajes de protección, quienes se encargaban de colocar las flores en las lápidas correspondientes.
Incluso la ofrenda que colocó el alcalde en la imagen de la Nuestra Señora de la Paz fue llevada por el personas que estaba dispuesto para esta tarea.
Las autoridades explicaron que se trata de una media de prevención más que busca reducir la posibilidad de nuevos contagios durante la festividad del día de los Santos Difuntos.