Para funcionar apropiadamente todo parlamente necesita de una gran cantidad de empleados, desde secretarias, archivistas, ordenanzas, motoristas, informáticos administrativos y demás.
Pero algo que ha caracterizado a la Asamblea Legislativa de El Salvador es la existencia de los llamados "becados", personas que llegan solo a cobrar o firmar planilla, pero que en realidad no realizan ningún trabajo dentro del parlamento.
Una rápida investigación realizada por este medio, revela que el término lo acuñaron los empleados reales de la Asamblea y la connotación es profunda, pues todos saben que al hablar de "becados" es mejor no hacer más preguntar.
Empleados de la Asamblea, que hablaron en condición de anonimato, revelaron que la cultura que se ha generado en la Asamblea desde la década de los 80s los lleva a asumir, cada vez que se señala a un empleados de ser "becado", que se trata de alguien que por favores político goza de un ingreso que le permite dedicarse asuntos personales, actividades partidarias, buscar otra fuente de empleo o simplemente no ocasionar más problemas.
Las plazas fantasmas han sido siempre un secreto a voces entre la clase política y en especial dentro de la Asamblea, pues aún está fresco en la memoria de los salvadoreños la grabación en la que Óscar Kattan le ofreció una plaza fantasma al exdiputado Juan Pablo Duran.
Un punto de honor
Durante buena parte del fin de semana, el presidente Nayib Bukele ha compartido información sobre las llamadas "plazas fantasmas", principalmente porque el presidente de la Asamblea, Mario Ponce, reconoció que se trataba de un serio problema.
Pero el diputado fue un poco más allá y reconoció que a estos "becados" se les ofreció una indemnización de hasta $35,000 para renunciar o retirarse, pero "solo 14" optaron por tomar ese beneficio.
Según los datos ofrecidos por Ponce, la Asamblea habría gastado $490,000 para lograr el retiro de 14 personas.
El tema de las plazas fantasmas ha sido tendencia en las principales redes sociales, algunos de los señalados, en especial miembros de ARENA y el FMLN, aseguran que sus plazas no son "fantasmas", pues dicen tener pruebas de la labor que realizan.
Algunas expertos señalan que el nivel de debate se traduce en un compromiso moral para los nuevos diputados, el que les obliga a dejar atrás ese tipo de prácticas que manchan la reputación de todo un órgano de Estado.