Celia Hernández, es una joven profesional, que desde muy temprano viaja hacia su trabajo, ubicado en Torre Futura, el lunes pasado fue atípico pues comenzó su día, con un pequeño retraso, recuerda ese detalle pues vio la hora en su reloj de pulsera al salir de su casa.
Tras pasar el tráfico habitual, llegó hasta el parqueo asignado en su lugar de trabajo, con rapidez tomó sus cosas y bajo de su vehículo, corrió hacia el ascensor y cuando quiso ver nuevamente la hora, se dio cuenta que su reloj ya no adornaba su muñeca, un reloj que con mucho esfuerzo había comprado.
Al volver la vista hacia la zona del parque no vio a nadie más, así que decidió terminar de subir a su oficina y como toda mujer, revolver las cosas dentro de su cartera en busca de su reloj, sin tener éxito.
En todo lo que subió el ascensor, se instaló en su oficina y reviso su bolso, Celia asegura que pasaron al menos 20 minutos, entonces su segunda opción fue bajar de nuevo al carro, con la esperanza de que su reloj estuviera por algún lado.
La búsqueda fue infructuosa, dentro de su vehículo, incluso se agachó y buscó bajo los otros carros que estaban estacionados, de nuevo la frustración y la tristeza de haber perdido aquel reloj florecía entre la emociones de Celia, que había decidió dar por perdido aquel accesorio.
El martes, Celia cumplió su rutina para llegar a la oficina, pero para su sorpresa, escuchó que alguien la llamaba, era Germán Chávez, un joven que se dedica a lavar carros en el parqueo de la Torre Futura. Germán que venía corriendo desde el otro sector del parqueo, saludó a Celia, recordó que tenía un lavado pendiente y a eso sumó una pregunta que Celia, jamás hubiese imaginado… ¿Usted ha perdido un reloj rosado?.
Tras el cuestionamiento, el rostro de Celia cambió e inmediatamente respondió un rotundo "Sí", lleno de emoción, Germán le informó que al momento de lavar su carro lo pondría por la palanca y tal cual lo dijo, así lo hizo.
El martes de Celia finalizó como nunca se lo hubiera imaginado, encontró su adorado reloj y se fue a casa con su carro limpio, pero sobre todo con la sensación de agradecimiento hacia Germán, quien al encontrar su reloj, puedo haberlo vendido, pero por el contrario fiel a sus valores y principios, lo devolvió, dándonos a todos una lección de integridad.