Lunes, 13 Septiembre 2021 07:54

Los docentes son clave para proteger la salud mental de los estudiantes

La alarma del celular y el maullido de su pequeño gato Jerónimo despertaron al profesor Luis Carlos para que comenzara su rutina diaria. Antes de comenzar otro día de enseñanza, Luis preparó su infusión favorita de hierbaluisa y luego alimentó a su mascota.

Al igual que muchos otros docentes, Luis reemplazó el aula de clases por una esquina de la sala de su casa ubicada en la ciudad de Santo Domingo, en Ecuador. Allí colocó su escritorio, su material de trabajo y adornó la pared con un fondo verde e imágenes alusivas a la enseñanza digital.

Para contactar a sus estudiantes y dar seguimiento a cada uno de ellos, Luis debe recurrir a contactos telefónicos, videollamadas y, en algunas ocasiones, visitas presenciales.

El cierre de las escuelas debido a la pandemia por COVID-19 ha afectado a 4.3 millones de estudiantes en Ecuador, poniendo en riesgo su aprendizaje, su desarrollo y su salud mental.

Mantener el contacto entre docentes y estudiantes ha sido una prioridad, no solo para impulsar el aprendizaje, sino para saber cómo están los estudiantes, apoyarlos en momentos difíciles y asegurar su bienestar integral.

El docente Luis formó parte de un grupo de 1.200 educadores que reforzaron sus conocimientos y habilidades para brindar apoyo psicosocial a sus alumnos por teléfono. Esta metodología fue creada para UNICEF con el apoyo del Departamento de Consejería Estudiantil (DECE). Durante este proceso, los docentes aprendieron técnicas básicas para la escucha empática de estudiantes y familias, cómo brindar apoyo emocional y cómo identificar y responder a los casos "en riesgo" que requieren atención especializada.

Mantener el contacto entre docentes y estudiantes ha sido una prioridad, no solo para impulsar el aprendizaje, sino para saber cómo están los estudiantes, apoyarlos en momentos difíciles y asegurar su bienestar integral.

 “Llamé a Brithany (11), una de mis estudiantes, para saber cómo estaba. Me causó curiosidad que no entregó sus deberes a tiempo y le pregunté si todo estaba bien. Me contó que su abuela estaba enferma y no había podido terminar sus deberes”, comentó el docente.

Las palabras de Brithany fueron una señal de alerta para Luis. Entendió que la niña requería un apoyo adicional. Su abuela es quien está a cargo de su cuidado y su educación. En llamadas anteriores, ya se había dado cuenta de que la familia no pasaba por un buen momento económico, al igual que muchas otras familias afectadas por la pandemia. Así que, sin dudarlo, el profesor decidió visitar a Brithany en su hogar. 

“Hay niñas y niños que están pasando por situaciones que desconocemos. Nosotros como docentes, a través de una llamada o una visita presencial, podemos atenderlos en algún sentido. Algunas familias han pasado por situaciones económicas muy difíciles y quizás no podamos asistirlos económicamente pero sí podemos apoyarlos emocionalmente”, agregó Luis.

El profesor se subió a su moto con destino a la casa de su estudiante. Hizo una parada en el mercado para llevarle algunas frutas. Mientras tanto, Brithany se ocupaba de alimentar las gallinas y terminar el almuerzo para su abuela.

Cuando el profesor tocó a la puerta, Brithany lo recibió efusivamente y lo invitó a entrar. Luis conversó primero con Narcisa, la abuela de la niña. Escuchó atentamente cómo su enfermedad la había obligado a quedarse en cama y le contó que por este motivo Brithany estaba más pendiente de las tareas del hogar que de la escuela. Narcisa también compartió sus preocupaciones derivadas de la pandemia, como el estrés por el encierro y la falta de dinero en el hogar.

Luego de escuchar a la abuela, Luis dedicó tiempo para explicarle a Brithany sus deberes de la escuela. Con las tareas ya hechas, pasaron un rato haciendo máscaras de animales y finalmente se pusieron a jugar con las máscaras haciendo movimientos divertidos y energizantes. Brithany sintió que no estaba sola y que contaba con el apoyo de su profesor. 

Brithany estaba contenta de ver a su profesor después de tanto tiempo. “El profe siempre me pregunta cómo estoy, cómo está mi abuelita y cómo he pasado en esta cuarentena. Extraño mucho la escuela. No es lo mismo estudiar en casa y me hace falta compartir con mis compañeros”, expresó la niña.

La escuela está muy cerca de la casa de Brithany. Tanto ella como Luis no ven la hora de regresar hasta allí y retomar las clases presenciales. El aprendizaje, la salud mental y bienestar psicosocial de muchos niños y niñas se ven cada vez más afectados como consecuencia de la falta de interacción con docentes y compañeros. En Ecuador, 4 de cada 10 estudiantes mencionan sentirse más angustiados y tensionados durante la pandemia.

“Comencé hace tres años con 30 niños y niñas de quinto grado”, comentó el profesor. “Al principio solo cinco de ellos sabían leer. Durante estos años todas han tenido un gran avance, incluyendo Brithany, quien ahora escribe y lee muy bien, además expresa mucho mejor sus pensamientos y emociones. Lastimosamente la educación en casa no puede compararse con una educación presencial. El proceso de aprendizaje es más lento y el acompañamiento a cada estudiante se complica aún más”, comentó el docente.

La pandemia ha dejado muchas lecciones a Luis.

“Este tiempo fuera de las aulas me ha enseñado que mi labor como docente va más allá de revisar una tarea. Los niños y niñas requieren un seguimiento a su bienestar integral. Muchas familias pasan por momentos difíciles y nuestro apoyo puede ser determinante. La empatía es clave en esta labor”, concluyó.

La emergencia por el COVID-19 no solo ha ocasionado el cierre de las escuelas, también ha dejado a millones de niños, niñas y adolescentes sin servicios de apoyo como la asistencia en salud mental y consejería estudiantil, que son determinantes, especialmente en tiempos de pandemia e incertidumbre.

En Ecuador, a agosto 19 de 2021, el 6 por ciento de las escuelas estaban abiertas y 47.038 estudiantes ya habían regresado a la escuela. UNICEF considera oportuno promover el fortalecimiento de los servicios de apoyo psicosocial y de salud mental en los sistemas educativos.

La reapertura de las escuelas no puede esperar, los niños necesitan recuperar su aprendizaje, su salud mental y su bienestar.

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