Desde los mares fríos de Alaska hasta las aguas cálidas de México se extiende el hogar de las monumentales ballenas grises. Sin embargo, la población de estos animales ha estado disminuyendo de forma alarmante debido a la escasez de alimentos provocada por el aumento de las temperaturas, la mortalidad y la disminución de los nacimientos de ballenas.
"Una disminución del 75 por ciento, solo en Laguna San Ignacio, no en toda su distribución, pero todo esto son sintomas de que algo está mal en la población y se debe a problemas en su alimento, durante el verano en el que se alimentan en los mares de Alaska, en Bering y Chukchi", explica Jorge Urban, profesor-investigador y responsable del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos (PRIMMA) de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS)
"El año pasado nos dimos cuenta de que muchas ballenas venían muy flacas, muy desnutridas y creeme que sinceramente nos mortifica esa situación", relata el guía turístico José Collins.
Este mismo problema de la alimentación es lo que provoca que la ballena no se embarace, y aquellas que lo logran, sufren abortos durante largo trayecto del Pacífico Norte oriental.
"Es común encontrar 4 o 5 crías muertas durante la temporada, en los últimos tres años hemos encontrado entre 10 y 25 en Laguna San Ignacio, entonces es un aumento en la mortalidad muy claro, no solamente en crías, sino en jóvenes y adultos", añade Urban.
Desde el 2019, el número de ballenas grises varadas ha alcanzado las 500 en total. Aunque la causa sigue siendo difícil de determinar, muchos investigadores apuntan a las condiciones del océano Ártico y sus alrededores, que están cambiando rápidamente.