Asistido por un voluntario del Programa Academias Deportivas Inclusivas (Proadi), Anderson Velis, de 14 años, ingresa a la cancha de la Escuela de Educación Especial San Francisco de Asís, ubicada en San Francisco Gotera, Morazán, para participar en el circuito de actividades recreo-deportivas de una de la sesiones programadas.

“Me gusta todo lo que hago y lo que más me gusta de las clases es que salimos a jugar”, dice Anderson quien cuando tenía un año y medio sufrió un accidente en su andadera y, debido al fuerte golpe que sufrió en la cabeza, se le formó un tumor maligno.

A raíz de ello, Velis tuvo que ser sometido a una cirugía cuando tenía cuatro años, pero la intervención quirúrgica le dejó secuelas: discapacidad visual, física (parálisis cerebral) e intelectual.

“Luego de la operación él perdió la vista y ahora la ha recuperado un poco, ve sombras. No pudo moverse por mucho tiempo y hasta los doce años volvió a pararse y a dar sus primeros pasos con mucha dificultad, y también le afectó el habla, como yo digo él es un milagro. En los últimos años ha mejorado mucho y ahora que está en la academia he visto grandes cambios”, dice doña Margarita Pérez, tía de Anderson.

No obstante, Pérez nunca se dio por vencida, ya que no aceptó la idea que su sobrino no iba a caminar, por eso lo agarraba de sus pequeños brazos para que se moviera y fue así que, a los 12 años, recobró la movilidad en sus pies. “Fue un milagro de Dios”, expresa doña Margarita.

Pero ahora, gracias al Proadi, que es impulsado por el Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (INDES), con el apoyo de la Asociación Cooperativa de Ahorro y Crédito de Profesionales en Administración de Empresas y Carreras Afines (COASPAE de R.L.), la autoestima y habilidades motoras de Anderson han mejorado notablemente tras tres meses de estar en la academia.

“Ahora lo podemos ver lanzar y ese es un gran avance. En la parte Intelectual comprende mejor los ejercicios. Antes su movilidad era de un 30 por ciento, pero se ve el cambio porque ya tiene la facultad y la confianza de caminar por sí solo, también ha ganado fuerza en sus piernas y brazos”, dice Ever Ramírez, monitor deportivo del Proadi en Morazán.

Incluso, durante la jornada de actividades recreativas realizadas recientemente, se observó a Anderson trabajar con la pelota terapéutica la fuerza de movimiento, que consiste en aumentar el peso significativamente, desde un peso liviano hasta llegar a las 25 libras.

“Tuvimos un circuito de fuerza y equilibrio aumentando las repeticiones y el peso y Anderson lo asimiló perfectamente. Tiene la fuerza de voluntad para realizarlos. Él siempre ha estado en todas las sesiones, no ha faltado a una. Su movilidad es mejor y su capacidad intelectual, también”, manifiesta el monitor deportivo del Proadi.

Consciente de las mejoras en la vida de Anderson, doña Margarita agradeció todo lo que Proadi ha hecho por su sobrino, ya que “ahora puede hacer cosas que antes no hacía”

«Cuando sea grande me gustaría trabajar en construir viviendas. Me gustan las herramientas, porque con ellas trabajo y arreglo las cosas cuando se arruinan», dice Anderson, mientras juega con un carrito en el patio de su casa.