Entre ellas alteraciones oftalmológicas provocadas por el uso de las drogas muy comunes.
Para el ser humano la información suministrada por sus ojos resulta esencial en su interacción con el entorno. Por esta razón se considera a la visión como un sentido muy valioso. El subconsciente no ignora este hecho pues los ojos son extremadamente susceptibles a somatizaciones. Freud describió varios casos de ceguera provocada por disturbios psicológicos. Los sistemas nervioso y vascular son vitales y los ojos no permanecen indemnes a la mayoría de las agresiones o patologías que los perjudiquen ya sean infecciosas, inflamatorias, tumorales o tóxicas.
Durante más de dos décadas se han observado los cambios en la sociedad, los nuevos hábitos, la forma en que la propaganda influye, las nuevas exigencias, las drogas de moda, etc. Y junto a este nuevo modelo, las patologías provocadas por las adicciones.
Muchos autores afirman que la dependencia de drogas es una enfermedad de base física, con factores psíquicos que favorecen su instalación y desarrollo; sin embargo, tanto la base física como los factores psíquicos son preexistentes. Los principales especialistas en el tema aceptan hoy que sea la droga que sea, la dependencia es una enfermedad única por ser el hombre un ser único o singular.
Resulta algo difícil conceptuar el término droga de abuso, pues en teoría cualquier sustancia podría considerarse como tal si se abusa de ella. Se define de esta forma a toda sustancia empleada con propósitos no médicos, capaz de producir una modificación en la conducta del individuo. En terminología médica también se utilizan los términos de toxicomanía, farmacodependencia, drogodependencia, drogadicción, etc. La mayoría de las drogas más utilizadas tienen efectos oftalmológicos, ya sea a través de una simple hiperemia conjuntival (enrojecimiento ocular), alteración en el tamaño de las pupilas (midriasis-miosis), lo que puede a su vez asociarse a fotofobia o bien alteraciones en la calidad de la visión, así también alteraciones en la retina, nervio óptico, líquidos intraoculares, etc. En muchos casos existe la posibilidad de reversión de los síntomas, en otros, dependiendo del tipo de droga, tiempo de uso y patologías instaladas, la pérdida visual puede ser total y permanente.
Toxicidad y aparato ocular
Se considera tóxica a cualquier sustancia capaz de causar daños a la salud, tanto por su naturaleza intrínseca o, aun siendo un medicamento, como por sus efectos colaterales. Los efectos tóxicos de las sustancias, drogas o medicamentos, se pueden manifestar de dos maneras: acción tóxica directa o acción tóxica indirecta, por idiosincrasia del huésped.
Un medicamento puede tornarse tóxico si es usado por mucho tiempo o si se sobrepasa determinado límite en su dosis. En el aparato ocular, la retina es el sitio más sensible, por lo que algunos síntomas sugestivos de toxicidad retiniana son: visión borrosa, alteraciones del sentido cromático (percepción de colores), alucinaciones, trastornos de adaptación a la luz o a la oscuridad, disminución progresiva de la visión, fotopsias (sensación de destellos dentro del ojo), micropsias (sensación de menor tamaño de los objetos observados), escotomas positivos (el paciente percibe áreas sin visión en su campo visual) u otras alteraciones del campo visual.
Por otro lado, los signos encontrados pueden ser hallazgos al examen no percibidos por el paciente al realizar oftalmoscopía directa e indirecta (disminución o pérdida del brillo foveal, edema macular, dispersión de pigmentos maculares, depósitos y exudados maculares, calibre vascular alterado y retina/mácula en sal y pimienta), u otras exploraciones como campo visual, retinografía y pruebas electrofisiológicas como los potenciales evocados de la retina.
Actualmente se plantea que en la mayoría de los casos, las drogas atacan principalmente el epitelio pigmentario de la retina, alterando la secreción de sus enzimas, perturbando los intercambios metabólicos entre los conos y bastones, células nerviosas de la retina, esenciales para el buen funcionamiento de esta y por lo tanto repercuten en la perdida de una visión normal. Habría también una acción tóxica directa sobre los conos, bastones, células bipolares y ganglionares. (Todas células que conforman la Retina)
Entre algunas drogas consideradas de abuso se encuentran:
Alcohol
El consumo de alcohol lleva a numerosos estados carenciales como la deficiencia de vitaminas B1, B6, B12, ácido nicotínico y riboflavina, que pueden acarrear la pérdida lenta y progresiva de la visión binocular, asociadas a escotomas centrales, esto también puede suceder secundario a la exposición a otras drogas y sustancias tóxicas, aunque en estos casos las alteraciones visuales son mucho más variadas.
El alcoholismo crónico grave tiene sus manifestaciones en el llamado síndrome de Wernicke que consiste en oftalmoplejía externa bilateral (incapacidad de mover voluntariamente el ojo), nistagmo (movimiento involuntarios verticales u horizontales del globo ocular), ataxia (dificultad en la coordinación de los movimientos voluntarios, en este caso los movimientos oculares, lo que puede provocar visión doble) y psicosis de Korsakoff (daño neurológico en pacientes alcohólicos por deficiencia de vitamina B1. La ptosis palpebral (o caidad de los parpados superiores) se presenta en el 50 % de los casos.10
Existe una inflamación del nervio óptico que es muy común cuando se asocia el consumo del alcohol y nicotina (llamada de ceguera alcohol-tabaco). Estudios demuestran que la intoxicación alcohólica crónica induce la formación de radicales libres en todos los tejidos oculares. La pérdida paulatina de la visión va acompañada de una importante alteración de la visión en colores. El nervio óptico puede perder sus fibras y la mácula (parte de la retina con mayor número de células sensibles al color y la luz y encargada de la visión central) puede destruirse definitivamente con la consecuente ceguera irreversible. A partir de la existencia de sólo ½ g/L de alcohol en sangre, todo individuo presenta: reflejos oculares lentos, retardo del tiempo de reacción visual, disminución del campo visual, con la consecuente dificultad de la percepción de obstáculos laterales y nictalopía (dificultad para la visión en condiciones de escasa luminosidad) lo cual afecta su capacidad de reacción como en el caso de la conducción.
A partir de las descripciones de un patrón común de malformaciones congénitas y retraso mental en niños nacidos de madres alcohólicas, el síndrome alcohólico fetal (SAF), han surgido trabajos clínicos y experimentales que relacionan el desarrollo del sistema visual con el tóxico. Se ha constatado la disminución de la agudeza visual, hipoplasia del nervio óptico (formación inconclusa del nervio optico en el útero) y alteraciones en la vascularización de la retina, de esto se concluye que el alcohol, como elemento teratogénico induce a anomalías que se continúan expresando irremediablemente en el adulto a pesar de la privación posnatal del tóxico.
Marihuana o Cannabis sativa
El uso de esta sustancia causa en el organismo una intoxicación, más leve o más intensa según el volumen inspirado y el grado de susceptibilidad del individuo y, aguda o crónica según la frecuencia. Se presenta hiperemia conjuntival, es frecuente el ojo seco, motivo por el cual nunca falta un frasco de colirio en el bolsillo del consumidor. Existe midriasis (pupilas dilatadas) y fotofobia y en casos de intoxicación aguda es posible observar nistagmo.
Cocaína
La cocaína estimula la corteza cerebral por acción inmediata en el sistema nervioso autónomo con taquicardia, aumento de la presión arterial y midriasis con fotofobia. Es frecuente la inflamación e infección de los canales lagrimales que puede presentarse en forma aguda o crónica en los adictos a la cocaína aspirada, ya sea unilateral o bilateral, manifestándose con dolor y edema en la región del saco lagrimal (ubicados a los lados de la nariz donde se une a ésta a los párpados) Muchas veces está mezclada con talco (silicato de magnesio) o almidón y al ser inyectada de manera endovenosa, estas partículas determinan granulomas pulmonares que allí al ser liberados para la circulación general, llegan a la retina. En este caso, al realizar un fondo de ojo se visualizan opacidades cristalinas retinianas, generalmente concentradas en la mácula. Las partículas se localizan en los capilares de las capas más internas de la retina produciendo una isquemia macular con la consecuente pérdida de la agudeza visual. No es infrecuente encontrar desprendimientos de la retina con sus graves consecuencias.
LSD
La dietilamida del ácido lisérgico es un alucinógeno sintético con estructura semejante a la de la serotonina por eso limita los efectos de ese neurotransmisor y aumenta la cantidad de dopamina. Sus efectos pueden durar más de 12 horas y se distribuyen a lo largo de tres fases. La primera, con acción fuera del sistema nervioso central, con aumento del ritmo cardíaco, midriasis y temperatura elevada. En la segunda fase, junto a los efectos sensoriales, puede ocurrir sinestesia, provocando sensaciones como "ver un sonido". En la tercera fase se interrumpe el raciocinio y los riesgos oculares a nivel de retina corresponden a los provocados por la hipertensión arterial.
Crack
Los síntomas clínicos que provoca son los mismos que la cocaína, aunque con este último todo es más violento y rápido. Un importante número de pacientes presentan coriorretinitis con destrucción de áreas de la retina, posiblemente por toxoplasmosis adquirida por baja resistencia inmunológica producto del estilo de vida insalubre de los consumidores. Al examen oftalmológico se observa prácticamente, la suma de todas las patologías de todas las drogas con una evolución vertiginosa. Puede decirse que en gran número de casos, el camino es el de la pérdida de la visión de carácter irreversible.
Morfina, heroína y derivados del opio
Estas drogas tienen a nivel ocular efectos similares. Durante su uso se encuentra miosis y ojo seco, mientras que en la abstinencia se encuentra midriasis y lagrimeo con fotofobia. Las repercusiones en la visión se relacionan con los efectos neurotóxicos, con alteraciones en el campo visual. Debido a la baja resistencia inmunológica y a las infecciones frecuentes por el uso endovenoso sin la asepsia adecuada, pueden llevar a infecciones intraoculares de graves consecuencias.
Por todo lo anteriormente expuesto se considera de gran importancia además del tratamiento de su adicción realizar un diagnóstico precoz y un seguimiento multidisciplinario de las posibles lesiones orgánicas que se producen a consecuencia de su consumo, especialmente en este caso de las oftalmológicas, para prevenir daños irreversibles fundamentalmente en la retina y poder realizar estudios seguimiento con el objetivo de mejorar su calidad de vida.